En el nombre de la Iglesia y sus lobos feroces ¡AMEN!



Por: Alejandro VALLE MÉNDEZ

La Iglesia Católica es una institución de carácter religiosa profesante del cristianismo, organizada y estructurada en Ciudad del Vaticano, enclavada a su vez en la ciudad de Roma. Se cuenta entre las organizaciones estatales más antiguas del mundo.

Esta institución tiene su mayor concentrado de fieles en Europa y América, (una de cada seis personas de la población mundial es católica), y aunque suene difícil de creer, ésta se encuentra en un proceso de estancamiento e incertidumbre (en otras palabras, no afloja, ni deja que los demás aflojen); que ha ocasionado que la enorme fuerza que tuvo en sus fieles, hace ya varios años atrás, se desplome significantemente, y que el temor que la comunidad religiosa sentía a esta “Divina Presencia” desaparezca para siempre de sus vidas.

Estalló la bomba en Babilonia y los niños son un particular platillo
Esta ruptura, invisible para el ojo común, se encuentra vigente porque en muchas ocasiones la Iglesia Católica regó el tepache y, aún así, con su carita de ¡yo no fui!, se levanta y continúa guiando a su rebaño hacia la verdad (no nos referimos al libro putrefacto de Juan Osorio).

Desde la Santa Inquisición, hasta las aberraciones sexuales entre sacerdotes y jóvenes que se han divulgado a los cuatro vientos (sobre todo en el año 2002); han causado que esta religión se encuentre en la punta del iceberg; en el ojo del huracán; en la mira del águila; en la conciencia de Topo Yiyo; entre otros muchos distintivos aspectos; dejando mucho que desear de los “hombres” (sin poderes mágicos o sobrenaturales) que forman parte de las riendas de la doctrina católica.

Cabe decir que, recientemente, Benedicto XV declaró ante los medios de comunicación que se encuentra "profundamente avergonzado" por los casos de abusos sexuales que conmocionaron a la Iglesia Católica, y abogó por hacer todo lo posible para evitar que se repita un escándalo de este tipo.
Estos escenarios provocaron sentencias judiciales que obligaron a algunas diócesis a pagar más de 2 mil millones de dólares de indemnizaciones (dinero que obviamente no cortaron de los árboles de chagalapoli, sino que salió de nuestros bolsillos, de nuestras limosnas y, lo peor, de nuestra fe intensa e inmensa que profesamos, (¿puedo preguntar si todo ha sido en vano?).

Y ya que tocamos al máximo represente del catolicismo, no podemos guardarnos en el itinerario, que la mala elección de Joseph Ratzinger, como el nuevo Papa, ha propiciado la separación del judaísmo con el acercamiento católico.
Su Santidad, (¡hello, hola, ciao!), no tiene carisma, ni una visión práctica para sacar a su religión adelante. Dejando muy en claro que no seguirá la brecha iniciada por Juan Pablo II (personaje que realmente marcó una gran diferencia, y que llevó a esta plataforma eclesiástica a una nueva postura), lo que significa que en lugar de dar varios pasitos tun tun, adelante; bailaremos cangrejito playero, y para atrás, atrás…
O dígame usted: ¿me equivoco?, Porque…
“Quién esté libre de pecado…que tire la primera piedra”

Morirán chapados a la antigüita
Lamentablemente, los pilares de esta religión siguen sosteniéndose en modelos que ya no concuerdan ni encajan con los tiempos en que vivimos; lo que orilla a muchos fieles a saltar del barco y encontrar otras alternativas (como una religión diferente, ser ateo o crear su propia devoción hacia la tortilla, los gatos samurai o al saco de gala que usó Felipe Calderón en el homenaje el pasado lunes).

El aborto, los anticonceptivos, la eutanasia, la unión entre personas del mismo sexo, el celibato de los sacerdotes, la bulimia, los bailes pecaminosos y llegará el día que hasta por tirarse uno en el WC (¡que fino!, pero si no entendiste las siglas nos referimos al tocador, baño, sanitario, etc.), también será un sacrilegio para estos hombrecitos de mucha fe.

En otras palabras, los fieles ya no son tan cerrados, ni muchos menos se tragan el cuento de que no tienen que usar condón, porque deben aceptar todos los chilpayates que el cielo les mande (como está la situación es fácil hacerlos, pero para mantenerlos la única solución es rentar tu cuerpo para los experimentos secretos del FBI o ser el padrote perfecto de algún comandante de la AFI); así como cualquier mujer que fue violada y quedó preñada por una escoria humana (saludos paquita), tiene que tener a dicho engendro solo para no terminar en el purgatorio acompañada por el elenco de la hora pico y los residuos de Gustavo Díaz Ordaz.

Fanatismo: ¡¡¡He creado vida!!!
El sector católico, en muchas ocasiones, en vez de hacer creyentes normales que vivan en paz y armonía, haciendo unos ricos chilaquiles con mole, terminan creando enfermos fanáticos, que si no se sienten el clon de Jesús, se sienten uno de los angelitos que sostienen a la Virgen María (acaso me va a decir que usted no conoce a alguien así). Y es que en verdad, aunque la Iglesia no tenga toda la culpa en la actitud de estos apasionados, si tiene mucho que ver en el fervor con el que predican. Afortunadamente, muchos de estos bichos raros son personas de mucha edad (que ya están chocheando y como ya no son buenos para nada, pues en algo tiene que entretenerse, aunque preferiríamos que jugaran lotería o les contaran los cuentos de los cochinitos a sus nietos). Recalcando que las nuevas generaciones tiene los tornillos más apretados y difícil de zafarse, así que con estos se les acabó su lado persuasivo.

¿Cuándo nos harán el milagrito?
Lo cierto de todo, es que si la Iglesia no decide renovarse, a pesar de haber sobrevivido por muchos años, puede llegar el día en que todo se rompa en mil pedacitos y ni con cola loka podrán solucionarlo. Tal vez sonamos algo exagerados, pero a como vamos, esto no suena tan bizarro.

La religión católica debe de autoanalizarse y tener presente que no puede darse el lujo de cometer errores del pasado.
Deben predicar valores que no limiten al ser humano, enseñarlo a amar con honestidad y no causarle insomnio a sus seguidores con su interminable lista negra de pescados fritos, perdón, pecados.

No estamos en contra de la Santa Sede, ni buscamos la excomunión, simplemente sacamos al tendedero sus trapitos sucios. Sin embargo, esta agrupación religiosa tiene la experiencia y una iniciativa sin igual, lo único que necesita es bajarse de las nubes y estrellas, para empezar a hacer religión como lo marca la Biblia, y no con el material adicional que ellos creen prudente agregarle a este, que al final de cuentas los manejan a su conveniencia.

Ya que si siguen en las mismas, los lobos feroces no solo se comerán a caperucita roja, sino que a terminarán con todo lo que han logrado. (¡Que golosos!).

 
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