O prepárate para ser excomulgado o terminar 10 metros bajo tierra
Por: Alejandro VALLE MÉNDEZ
En todos estos años, en nuestro país, han surgido hombres y mujeres que se sienten los elegidos por el dedo gordo, calludo y mugriento del algún funcionario público con poder. Porque con ello, supuestamente, tienen la intención de sacar de su mediocridad, pobreza
e interminables limitaciones que tiene su pueblo, pero ¡Oh, Gran Decepción, Vergüenza y Coraje! (por todo esto, ya hasta nos deprimimos y corremos a cortarnos las venas con una hoja de lechuga comprada en los miércoles de plaza del Fénix), vemos que esto es puro bolillo con lo mismo (patrocinado por las panaderías Veracruzanas que esperan con un delicioso pan calientito).
Ya que la mayoría de estas personas, lo único que realmente realizan, es saciar sus más negros caprichos, enriqueciéndose con la cuchara grande y, actualmente, hasta llevan su morralito por si surge la oportunidad de llevarse algunos tamalitos a casa.
No dudamos de que exista uno que otro político que realmente se baje, perdón, se Faje los pantalones y dé lo mejor de si, pero estos se encuentran en peligro de extinción (y dudamos que Greenpeace meta un dedo para protegerlos). La mayoría ven al gobierno como el gran Pato de los Huevos de oro.
¿Entonces para qué sirven los políticos, nos preguntamos todos? Estos personajes, antes de ganar una elección de cualquier tipo, se proyectan como el hermano, amigo, cuñado, amante (y hasta alcahuete) de todos. Pero una vez que les cae el veinte de que ganaron el puesto que más anhelaban, se olvidan hasta de quienes les estuvieron besando el trasero las 24 horas en su campaña a cierta candidatura, o quienes les estuvieron limpiando los verdosos mocos de la nariz.
Los políticos debe ser hombres y mujeres con aspiraciones humanistas, transparentes, honestos, sencillos, accesibles, considerados y con unas ganas interminables de poner su grano, o su carretilla llena de arena, por el lugar que van a gobernar. (Si, se escucha muy bonito, pero aclaramos que no estábamos drogados, ni consumiendo bebidas embriagantes cuando escribimos estas líneas).
Pero esto ya no es así (bueno, creo que nunca lo fue); sin embargo, los ciudadanos ya no viven en el mundo mágico de Disney que les dibujaban (¡afortunadamente!); ahora todos ya están (estamos, porque me incluyo) más despiertos y no se dejan comprar por una bolsita con frijoles, arroz y aceites, o un refresco acompañado de su torta insana; ni mucho menos, con los populares 300 o 500 pesos por el clásico voto.
La democracia está pasando, de nueva cuenta, por una etapa de incertidumbre y desconfianza, y hasta de indiferencia, ya que a muchos les vale una tortilla con sal la política, porque ya la siguiente ideología predomina: “Todos los políticos son iguales y todos roban”.
Desde esta perspectiva, sería b
ueno enfocarnos al: ¿quién tiene en frente un tambo enorme de miel y no mete, aunque sea el dedo, para saborearla? Estamos conscientes que muchos políticos, cuando llegan a la silla grande, se sacian como nunca antes lo han hecho, y eso, aunque no lo veamos, es así. (Como dicen por ahí: “no tienes que comer mier…para saber a qué sabe”, Frase que tiene hasta Derecho de Autor). Y en verdad, con eso de la tolerancia, estos escenarios podemos disfrazarlos en nuestra memoria, pero tampoco se vale que sean unos hijos de la tostada y quieran todo para ellos; en otras palabras, si agarran un pesito para su marranito, que den tres pesitos para su municipio. Y aunque no sea ético, al menos podrán hacerse algunas banquetas; dar mantenimiento a las calles; promocionar recursos a las personas en extrema pobreza de las comunidades; sacar un poco de mendigos del centro y darles un respaldo económico, con el cual pueden calmarse las lombrices; aumentar las rutinas de seguridad en la ciudad; solucionar los chiqueros originados por las toneladas de desechos que surgen diariamente; y muchas cosas más que pueden hacer la gran diferencia.
Lo que No debe de ser un político, es darle la espalda al pueblo, que le está dando de tragar. Recuerden que la vida es una tómbola, tom, tom, tómbola, y tal vez ahorita se sientan los intocables, pero el día de mañana terminen vendiendo pizzas o películas piratas en una esquina del mercado, o cargando muebles en Con-ppelo (que fácil es estrenar). Aquí nadie se escapa, por consiguiente, si tú, Político, que estás leyendo esto, usa el cerebro una vez en tu vida y actúa con las neuronas, no te dejes llevar por las apariencias y creas que vives en un raro capítulo de “Alicia en el país de las maravillas”, solo porque sales en fotos repartiendo un baloncito de fútbol al primer equipo de la cuadra que se te puso en frente.
Recuerda que tus acciones, pueden llevarte, el día de mañana, a una mina de oro mejor, perdón, a un puesto político de más alcurnia; quien quite y terminas siendo el próximo Presidente de la República de los jodidos mexicanos.
Por: Alejandro VALLE MÉNDEZ
En todos estos años, en nuestro país, han surgido hombres y mujeres que se sienten los elegidos por el dedo gordo, calludo y mugriento del algún funcionario público con poder. Porque con ello, supuestamente, tienen la intención de sacar de su mediocridad, pobreza

Ya que la mayoría de estas personas, lo único que realmente realizan, es saciar sus más negros caprichos, enriqueciéndose con la cuchara grande y, actualmente, hasta llevan su morralito por si surge la oportunidad de llevarse algunos tamalitos a casa.
No dudamos de que exista uno que otro político que realmente se baje, perdón, se Faje los pantalones y dé lo mejor de si, pero estos se encuentran en peligro de extinción (y dudamos que Greenpeace meta un dedo para protegerlos). La mayoría ven al gobierno como el gran Pato de los Huevos de oro.
¿Entonces para qué sirven los políticos, nos preguntamos todos? Estos personajes, antes de ganar una elección de cualquier tipo, se proyectan como el hermano, amigo, cuñado, amante (y hasta alcahuete) de todos. Pero una vez que les cae el veinte de que ganaron el puesto que más anhelaban, se olvidan hasta de quienes les estuvieron besando el trasero las 24 horas en su campaña a cierta candidatura, o quienes les estuvieron limpiando los verdosos mocos de la nariz.
Los políticos debe ser hombres y mujeres con aspiraciones humanistas, transparentes, honestos, sencillos, accesibles, considerados y con unas ganas interminables de poner su grano, o su carretilla llena de arena, por el lugar que van a gobernar. (Si, se escucha muy bonito, pero aclaramos que no estábamos drogados, ni consumiendo bebidas embriagantes cuando escribimos estas líneas).
Pero esto ya no es así (bueno, creo que nunca lo fue); sin embargo, los ciudadanos ya no viven en el mundo mágico de Disney que les dibujaban (¡afortunadamente!); ahora todos ya están (estamos, porque me incluyo) más despiertos y no se dejan comprar por una bolsita con frijoles, arroz y aceites, o un refresco acompañado de su torta insana; ni mucho menos, con los populares 300 o 500 pesos por el clásico voto.
La democracia está pasando, de nueva cuenta, por una etapa de incertidumbre y desconfianza, y hasta de indiferencia, ya que a muchos les vale una tortilla con sal la política, porque ya la siguiente ideología predomina: “Todos los políticos son iguales y todos roban”.
Desde esta perspectiva, sería b

Lo que No debe de ser un político, es darle la espalda al pueblo, que le está dando de tragar. Recuerden que la vida es una tómbola, tom, tom, tómbola, y tal vez ahorita se sientan los intocables, pero el día de mañana terminen vendiendo pizzas o películas piratas en una esquina del mercado, o cargando muebles en Con-ppelo (que fácil es estrenar). Aquí nadie se escapa, por consiguiente, si tú, Político, que estás leyendo esto, usa el cerebro una vez en tu vida y actúa con las neuronas, no te dejes llevar por las apariencias y creas que vives en un raro capítulo de “Alicia en el país de las maravillas”, solo porque sales en fotos repartiendo un baloncito de fútbol al primer equipo de la cuadra que se te puso en frente.
Recuerda que tus acciones, pueden llevarte, el día de mañana, a una mina de oro mejor, perdón, a un puesto político de más alcurnia; quien quite y terminas siendo el próximo Presidente de la República de los jodidos mexicanos.