Los señalan hasta con el ombligo, pero nadie hace nada

Los repudiados con el dedo gordo

Por: Alejandro VALLE MÉNDEZ

San Andrés Tuxtla, Ver.- Los ves en las calles vagando de un lado a otro, como almas sin rumbo o revisando los contendores de basura; con la finalidad de encontrar algo para calmar las lombrices o, finalmente, en su clásica y predecible pose, tirados en las calles, como si estuvieran en un hotel de cinco estrellas en Acapulco.

Los marginados de la región de los Tuxtlas, parecen ser lo nuevos dueños de las calles. Muchos de ellos carecen de una facultad mental óptima y se pierden entre su locura y el mundo real que habitan.

Por lo general, los familiares de los marginados de las calles, se desligan completamente de cuidarlos y los dejan a rienda suelta, como animalitos. ¡Qué poca su mandarina con chile picante!

Olorosos, con una imagen zarrapastrosa y en algunos casos, con gran pasión por el exhibicionismo, los mendigos son un grupo, que en los últimos tiempos, se han hecho notar sin limitación alguna, e inclusive recordarán que en años anteriores, los que se encontraban en estas circunstancias eran los niños de la calle, situación que fue controlada por el DIF Municipal mediante el albergue para menores de edad.

Lamentablemente, en esta zona, no existe un sitio idóneo que pueda proporcionar un respaldo a los marginados. Y en esta misma línea nos vemos que, el nuevo personal que conforma el DIF, esté quemándose la cabeza para efectuar alguna acción para mejorar las condiciones de los afectados.

Y ya ni hablar del resto de la sociedad, quienes por lo general los ven y les hacen el fuchi, y algunos hasta los escupen o les avienta de cosas, como botellas vacías. ¿Qué está pasando con la civilización?



Son tachados como una de las grandes escorias de la sociedad, pero esta sólo escupe su veneno y ni siquiera les obsequia un taco.

Es urgente que las Autoridades Municipales, dentro de su campo de trabajo, se ocupe de estas obligaciones, y no sigan jugando al protagonismo con eventos inútiles, que suponen, fomenta el desarrollo a la familia, mientras que los individuos que realmente necesitan ayuda son ignorados, y no tengan ni en donde caerse muertos, y mucho menos, tener algo decente para meterse a la boca.




La creación de un instituto de apoyo psicológico en la zona, sería un gran respaldo para que todos estos vagabundos puedan vivir con dignidad y de una manera humana.

 
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