Por: Lic. Inés Morales Mezo
Quizás te ha pasado… estas tranquilamente leyendo un libro, viendo tu programa favorito, disfrutando de un momento tranquilo cuando… ¡zas! Alguien se acerca a ti llorando… ¡te desconcierta!... luego te cuenta sus razones; problemas con el novio, con los padres, con amigos, laborales… en fin te lo cuenta todo y entonces tú: ¡estallas! Sobre todo si es una injusticia… ¿cómo es posible?... y le das un consejo, una opinión, das un consuelo para ese ser humano que esta destrozado… ¡cuidado!... Puedes equivocarte… ya me pasó.
Los problemas siempre tienen dos verdades… antes de brindar un consejo, será mejor que escuches esas dos verdades y pienses en una solución para ambas. ¡No actúes por impulso!, ¡No juzgues lo que no ves!, ¡no regales un mal consejo!, no por querer hacer justicia provoques guerra o división… Pensemos, pensemos como Jesús quién nos acepta con defectos y virtudes y quién jamás ha sido injusto.
Los problemas siempre tienen dos verdades… antes de brindar un consejo, será mejor que escuches esas dos verdades y pienses en una solución para ambas. ¡No actúes por impulso!, ¡No juzgues lo que no ves!, ¡no regales un mal consejo!, no por querer hacer justicia provoques guerra o división… Pensemos, pensemos como Jesús quién nos acepta con defectos y virtudes y quién jamás ha sido injusto.
